A finales del siglo XIX y principios del XX cruzaban Barcelona dos líneas de ferrocarril. Una desde la plaza Catalunya hasta Sarrià y la otra por la calle Aragó y la avenida Roma hacia Sants, con sus correspondientes pasos a nivel. El magnífico cronista de la ciudad, Lluís Permanyer, nos lo podría explicar mejor.
Cuando la ciudad fue creciendo y los medios de trasporte urbanos también, fue necesario un túnel en la calle Balmes y una zanja en la calle Aragó. Yo recuerdo Barcelona llena de tranvías y no la deseo volver a ver.
En 1945, viví tres meses en Madrid, y también había tranvías. ¿Cuántos hay ahora? Ninguno, pero tienen una magnífica red de metro. Esa es la solución. Los tranvías actuales son trenes ligeros. Llenar la Diagonal de vías, postes, catenarias y destrozarla es absurdo, habiendo soluciones mejores y más inteligentes.
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RAFAEL MULERO VIDALES, BARCELONA