Últimamente han aparecido diversos escritos en relación con el rebrote de la idea del tranvía por la Diagonal. Entre ellos, uno de Quim Monzó en el que desgranaba una a una las incoherencias que el proyecto suponía a su entender (“¿Por qué odian el bus eléctrico”, Opinión, 8/I/2019). Profesionalmente he debatido entre amigos y colegas el dislate que ello supondría y su injustificación económica, y con los mismos argumentos a los que acude Monzó.
Precisamente, también accedo a un vídeo de Juanma Lillo, a la sazón entrenador de fútbol, quien sostiene que la libertad de opinión no es equivalente a que esta sea respetable, palabra esta última que yo sustituiría por “razonable”.
Por ello me llama la atención que también se anuncie que la alcaldesa Ada Colau está a un voto de conseguir el tranvía por la Diagonal (sic). Pero señores y señoras concejales de Barcelona, ¿no leen los periódicos y las opiniones de los lectores? ¿Son conscientes de que (en otras poblaciones) están ya circulando autobuses eléctricos (antes denominados trolebuses), cuya instalación supondría un importante ahorro a las arcas municipales, evitando los problemas que el tranvía conlleva, entre ellos una afectación urbana (en términos de molestias para la población) cuya obras requerirían una duración de dos años, por lo menos?
https://www.lavanguardia.com/participacion/cartas/20190119/454199372549/velar-por-la-ciudad.html
ENRIQUE CRUZATE, BARCELONA